| por C. Samuel Storms |
Hechos 2 es el único texto del Nuevo Testamento en el que se dice explícitamente que hablar en lenguas consiste en hablar idiomas extranjeros que la persona desconoce. Pero no tenemos motivos para pensar que Hechos 2, en lugar de, por ejemplo, 1 Corintios 14, es la pauta por la que debemos juzgar todas las apariciones de este fenómeno. Otros factores sugieren que las lenguas también pueden ser angélicas o celestiales.
En primer lugar, si las lenguas son siempre un idioma extranjero, pretendiendo ser una señal para los no creyentes: ¿por qué las lenguas de Hechos 10 y 19 se hablan en presencia de creyentes? Pensemos también que Pablo describe «diversas clases de lenguas» en 1Corintios 12:10. Es poco probable que quisiera decir diversos idiomas humanos porque: ¿quién hubiera dicho que todas las lenguas eran solamente un lenguaje humano, como el griego, el hebreo o el alemán? Sus palabras sugieren que existen diferentes clases de glosolalia, que podría ser al menos un conjunto de idiomas humanos y de lenguas angelicales.
Leemos en 1Corintios 14:2 que el que habla en lenguas «no habla a los hombres, sino a Dios». Pero, si las lenguas siempre son idiomas humanos, Pablo comete una equivocación, iya que el idioma humano sirve para «hablar a los hombres»! Es más, dice que cuando uno habla en lenguas, «nadie lo entiende». Pero si las lenguas fueran idiomas humanos, muchos las habrían entendido, como hicieron el día de Pentecostés (Hechos 1:8-11). Esto sería especialmente cierto en Corinto, una ciudad portuaria cosmopolita y políglota, frecuentada por gentes de muchos dialectos.
Si las lenguas siempre eran idiomas humanos, entonces el don de interpretación no requeriría la manifestación, obra o presencia del Espíritu Santo. Cualquiera que hablara varios idiomas, como el mismo Pablo, podía interpretar lenguas en virtud de su talento.
En 1Corintios 13:1, Pablo se refierea «las lenguas humanas y angélicas». Aunque puede estar utilizando una hipérbole, es igual de probable que se esté refiriendo a dialectos celestiales o angélicos, por los cuales se manifiesta el Espíritu Santo. Gordon Fee cita unas fuentes judías antiguas donde se ve la creencia de que los ángeles tenían sus propios lenguajes celestiales y que, por medio del Espíritu, uno podía hablar con ellos. Algunos dicen que la referencia en 1Corintios 14:10-11 a idiomas humanos extranjeros demuestra que toda la glosolalia se compone también de idiomas humanos. Pero la analogía consiste en que las lenguas funcionan como idiomas extranjeros, no que las lenguas sean idiomas extranjeros. Su idea es que el oyente no puede entender las lenguas sin interpretación, al Igual que no puede entender un idioma extranjero. Si las lenguas fueran idiomas extranjeros, no haría falta una analogía.
La frase de Pablo en 1Corintios 14:18 «hablo en lenguas más que todos vosotros» es una prueba de que las lenguas no son idiomas extranjeros. Como punta Wayne Grudem, «si fueran idiomas extranjeros conocidos, que pueden entender, es una forma de castigo por no haber creído. Representa su ira. El discurso incomprensible no guiará, instruirá o moverá a la fe y al arrepentimiento, sino que solamente confundirá y destruirá. Por lo tanto, si personas no creyentes entran en la reunión y los creyentes hablan en lenguas que no pueden entender, los creyentes simplemente les están expulsando. Les están dando una "señal"a los no creyentes que es totalmente equivocada, porque su dureza de corazón no ha llegado al punto de merecer una señal de juicio tan severa. De modo que cuando los creyentes se reúnen (1 Ca. 14:26), si alguien habla en lenguas, alguien debe interpretar (vs. 27). De lo contrario, el que habla en lenguas debe permanecer callado en la iglesia (vs. 29). La profecía, por otra parte, es una señal de la presencia de Dios entre los creyentes (vs. 22b) y, por eso, Pablo anima a utilizarla cuando los no creyentes estén presentes, para que vean esa señal y lleguen a optar por la fe cristiana (vs. 24-25).
Por lo tanto, Pablo no está hablando sobre la función del don de lenguas en general, sino solamente sobre el resultado negativo de un particular abuso de ese don (es decir, su uso sin interpretación en la asamblea pública). Por lo tanto, las lenguas sin interpretación no deben permitirse en la Iglesia porque al hacerlo, los creyentes corren el riesgo de comunicar una señal negativa a otros, que solamente los alejará.
También debo mencionar la teoría que afirma que aparte del texto de 1Corintios, no hay otro texto en el Nuevo Testamento que mencione explícitamente el hablar en lenguas. La conclusión entonces es que el don de lenguas era poco frecuente o que estaba "acabándose". Pero la única epístola en la que la Santa Cena se menciona de forma explícita es 1Corintios. Sin duda, nadie sacaría la conclusión de que apenas se observaba o que era obsoleta. Y el silencio de otras cartas del Nuevo Testamento puede explicarse fácilmente pues, al contrario de lo que ocurría en Corinto, las lenguas no eran un problema en las otras iglesias a las que Pablo escribió y ministró.
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