He aquí el escrito:
A los que los oprimen (a los cristianos), ellos los exhortan (con la palabra) y los hacen sus amigos. Hacen bien a sus enemigos. Sus esposas, oh rey, son puras como vírgenes, y sus hijas son modestas. Sus hombres se abstienen de todo contacto sexual indebido y de la impureza, esperando la recompensa que ha de venir en otro mundo.
En cuanto a sus esclavos y esclavas, y a los hijos de estos, si los hubiere, los persuaden a hacerse cristianos; y cuando lo han hecho, los llaman hermanos sin distinción.
Se niegan a adorar a dioses extraños, y siguen su camino con toda humildad y alegría. No se encuentra falsedad entre ellos. Se aman mutuamente; no ignoran las necesidades de las viudas, y rescatan al huérfano de la persona que abusa de él. El que tiene da al que no tiene sin murmurar y sin jactarse. Cuando los cristianos encuentran a un desconocido, lo llevan a su casa y se gozan por él. Cuando nace una criatura a uno de ellos, alaban. Si muere en la infancia, agradecen a Dios aún más por uno que ha pasado a través del mundo sin pecados. Pero si alguno de ellos muere en sus iniquidades o sus pecados, se afligen amargamente y se preocupan como por alguien que está en camino de perdición.
Tal, oh rey, es el mandato dado a los cristianos y tal es su conducta. Como hombres que conocen a Dios, le piden favores que sean correctos para Él dar y para ellos recibir. Y porque reconocen la bondad de Dios hacia ellos, he aquí que la belleza que hay en el mundo fluye a causa de ellos. No gritan en los oídos de la multitud el bien que hacen para que los hombres lo noten, sino que esconden sus obras como se esconde un tesoro. Se esfuerzan en ser justos como aquellos que esperan contemplar el rostro de su Mesías y recibir de él lo prometido.
Verdaderamente este pueblo es un pueblo nuevo, y algo divino hay en medio de ellos. Toma sus escritos y léelos; encontrarás que no he expuesto estas cosas por mi propia autoridad. Creo firmemente en las cosas que he leído en sus escritos; no sólo sobre el presente, sino sobre las cosas por venir. No cabe duda en mi mente de que el mundo hoy existe por la intercesión de los cristianos. Su enseñanza es la puerta de la luz.
Permite, por tanto, acercarse a los que no conocen a Dios y déjalos recibir las palabras incorruptibles que existen desde la eternidad, para que puedan escapar del juicio horrendo, el cual ha de venir sobre toda la raza humana por medio de Jesús, el Mesías.
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