Larry Burkett, fundador y director de «Conceptos económicos cristianos», sostiene que la Biblia, con más de setecientas referencias al dinero,1 habla más sobre economía que sobre muchos otros temas. Escribe:
El dinero es algo tan importante que dos tercios de las parábolas de Cristo se relacionan con su uso y administración. Esto de por sí debiera hablamos de la Importancia de entender los planes de Dios para la economía.2
¿Qué dice la Biblia tocante a la economía? Sólo en el Decálogo -los Diez Mandamientos- tenemos un sólido respaldo a la propiedad privada, fundamento de toda buena economía. El mandamiento «No hurtarás» (Éxodo 20.15), como Virtualmente todo teólogo ha declarado durante veinte siglos, es una garantía divina a la propiedad privada. Yo no puedo hurtar algo de usted Si usted no es su dueño. Además, en el Decálogo tenemos también el mandamiento: «No codiciarás la casa de tu prójimo[... ] ni cosa alguna de tu prójimo» (Éxodo 20.17). Otra clara enseñanza sobre la propiedad privada...
Este es un asunto crítico en razón de que la propiedad privada es la base del capitalismo, el cual con frecuencia se describe como «la pertenencia privada de los medios de producción». El autor John Chamberlain, en «Las raíces del capitalismo», expone:
«No hurtarás» significa que la Biblia protege la propiedad privada: Porque si una cosa carece de dueño difícilmente pudiera hurtarse. «No codiciarás» significa que es pecado incluso desear apoderarse de los bienes del prójimo, lo cual es algo que los socialistas, sean cristianos o cualquier otra cosa, nunca procuraron explicar en forma satisfactoria. Además, las prohibiciones contra los falsos testimonios y el adulterio significan que deben respetarse los contratos y jamás tratarse con doblez. De igual manera el mandamiento «Honra a tu padre y a tu madre para que tus días se alarguen en la tierra» implica que la familia, no el estado, es el elemento fundamental en la constitución y unidad permanente de la sociedad.
Por extensión o deducción, el credo de Lock está todo aquí: El derecho a la vida, el derecho a la libertad y la propiedad necesarios para sostener la vida y la importancia de la libre unidad familiar como fiadora, a través de su amor y posesiones, de «largos» días en la tierra dada por el Señor.
Los colonizadores de Norteamérica, que basaban sus prácticas en la Biblia, no necesitaban de las complicadas ciencias políticas de fines del siglo diecisiete. Fueron hijos de la antigüedad, herederos de la sabiduría más antigua conocida por el hombre occidental.3
Con todo, algunos arguyen que la Biblia enseña el socialismo: la antítesis de la propiedad privada. Como texto probatorio, señalan el pasaje de Hechos 5, donde Ananías y su esposa vendieron una parte de su tierra y dieron el dinero a los apóstoles, pero retuvieron una parte del precio para ellos. Muchos teólogos liberales y economistas utilizan este y otros pasajes del Nuevo Testamento concernientes a los primeros cristianos, que con frecuencia se despojaban de sus posesiones para implicar que la Biblia enseña el socialismo.
¿En este pasaje se repudia o se enseña la propiedad privada? Nótese que Pedro le dijo a Ananías: «Reteniéndola, no se te quedaba a ti?» (Hechos 5.4) ¡Me resulta muy difícil imaginar una declaración más clara sobre la pertenencia de la propiedad que esa! Mientras era tuya[... ] antes que la vendieses[... ] ¿no se te quedaba a ti? ¿No era totalmente tuya? ¿No podías hacer de ella lo que quisieras? Aun después que la vendiste, ¿no era tuyo el dinero? dijo Pedro, mostrando a Ananías que el capital obtenido por la venta estaba bajo su exclusivo control.
Otro fundamento bíblico que contribuye a fomentar el capitalismo es el hecho de que el trabajo es una responsabilidad dada por Dios. Trabajar no es una maldición que ha de evitarse ni algo que ha de buscarse solo cuando es inevitable. Al contrario, Dios ordenó el trabajo antes de la caída. No es parte de la maldición. Adán fue puesto en el huerto «para que lo labrara y lo guardase» antes de caer en pecado (Génesis 2.15). Aun después del pecado (aunque esto es enormemente agravado por los resultados de la caída y la maldición) es todavía verdad que el trabajo ocupa un lugar muy importante en la vida del hombre.
Antes de Cristo, las naciones de la antigüedad despreciaban el trabajo honrado y 10 relegaban a los esclavos. Como dijimos en el Cap. 2, tres cuartas partes de los habitantes de Atenas y la mitad de los de Roma eran esclavos. En Hechos 17 podemos obtener una pequeña muestra de cómo los «caballeros» no trabajaban en la antigua Grecia cuando Pablo visitó Atenas para difundir el evangelio; el v. 21 dice: «Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo».
Cristo revolucionó el trabajo. Al utilizar el serrucho, el martillo y la regla, le dio renovada dignidad al trabajo. Con el correr de los siglos, donde el evangelio ejerció su influencia dentro y a través de un país, llevó a los esclavos y siervos a la categoría de clase trabajadora. Sin trabajo, es imposible para un ser humano cumplir la tarea que Dios nos ha dado para esta vida.
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1. Larry Burkett, Your Finances in Changing Times [SU economía en tiempos cambiantes]; Christian Financial Concepts, 1975, p. V.
2. [bid., p. VII.
3. Chamberlain. The Roots ofCapitalism, p. 46.
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