por Juan Valles .
La Iglesia cristiana ha sido atacada desde diversos puntos: y siglo tras siglo ha seguido su marca. Diversos sectores: políticos, militares, doctrinales, espirituales, etc., han enfilado sus más feroces armas hacia el pueblo de Dios. Pero luchar contra Dios es ser derrota do anticipadamente.
Uno de los aspectos que ha sido atacado es el denominado “don de lenguas”, que históricamente ha sido una señal en el pueblo de Dios. ¿Existió en la antigüedad? Obviamente sí; ¿dejó de funcionar? ¿Qué sucede actualmente? ¿Qué perspectivas debo tener como cristiano? ¿Me ordena la Biblia a que hable en lenguas? Estos aspectos serán analizados a través de este sencillo estudio. Le invito a considerar algunos aspectos…
Primeramente debemos definir el don de lenguas. Históricamente, aparece en el libro de los hechos cuando los creyentes comenzaron a hablar en lenguas o idiomas diferentes en el día de Pentecostés. Pero luego Pablo se refiere a ellos de modo diferente, no como idiomas, sino como lenguas angélicas. Para presentar una definición concreta, cito un conocido diccionario:
“El don de lenguas es la facultad que concede el Espíritu Santo a un creyente de hablar en idioma desconocido. Cristo prometió este don como una de las señales que seguirían a la predicación del evangelio (Mc 16.17). Hay tres (posiblemente cuatro) ocasiones históricas en el Nuevo Testamento cuando los creyentes hablaron en lenguas: en el día de Pentecostés (Hch 2.1–11); en la casa de Cornelio (Hch 10.44–46); y en el caso de los discípulos de Juan el Bautista en Éfeso (Hch 19.1–6). Es posible también que los creyentes en Samaria tuvieran esta experiencia (Hch 8.14–18), aunque el texto no lo dice explícitamente.” [i]
Ahora, notablemente podemos destacar que, como ya se dijo anteriormente, le don de lenguas parece distinguirse del de las lenguas angelicales, de tal modo que hacían necesario la presencia de un intérprete. Para ello, Nelson comenta:
“El don de lenguas concedido en el día de Pentecostés fue algo excepcional y distinto del don del que Pablo habla en 1 Co 12 y 14. Mientras Pedro y los apóstoles predicaban, todos oían en su propio idioma. Por otro lado, Pablo habla de un don continuado en forma de una expresión extática e ininteligible (1 Co 14.2, 14–17). Evidentemente no es una lengua humana (quizás «las lenguas angélicas» de 1 Co 13.1), y requiere un intérprete. El don de lenguas puede tener varios propósitos. Sirve para adorar a Dios (1 Co 14.2), para edificar al individuo que habla (14.4), y para edificar a la iglesia cuando se interpretan las lenguas (14.27, 28). También las lenguas son una señal a los incrédulos (14.22).” [ii]
Por supuesto que hay quienes discrepan de esto. ¿Existe pues el don de lenguas? Hay quienes aseguran que no hay manera de comprobarlo, y particularmente pienso que no habrá forma (para quienes piensan así) hasta que ellos mismos no lo experimenten. Bastará con que consideremos algunos aspectos.
¿El Don de lenguas era exclusivamente para la Iglesia Primitiva?
Hay quienes aseguran que le don de lenguas cesó porque era un propósito determinado para la iglesia primitiva, tratando de expresar con esto, entre otras cosas, que lo que se conoce actualmente como don de lenguas es una falsificación carnal, o en su peor caso, diabólica, del verdadero don de lenguas. ¿En qué se puede amparar alguien para expresarse así? Por lo general, se apoyan en 1Corintios 13:8-12, el cual cita:
“El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.”
Ahora, a través de estos versos se quiere dar a entender que el don de lenguas ya terminó de usarse. Un análisis de estos versos declara, sin embargo, que el texto no refiere a la conclusión de este don.
Pablo viene hablando de las cualidades del amor, y luego inserta le valor de los dones en relación a éste, y dice: “…pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.” Es muy cierto: se acabarán, algún día, las lenguas, la profecía y la ciencia. Aquí se hace mención de tres elementos de entre los cuales uno es de nuestro sumo interés, pero que no podemos desprenderlo del todo. ¿En algún momento Pablo dijo que se acabaron? No; sólo dijo que “se acabarán”, ¿Cuándo? La lógica nos dice que cuando ya no sean necesarios, y que cuando esto ocurra, no sólo las lenguas dejarán de existir, sino también las profecías (que deberían haberse cumplido todas) y también la ciencia.
A pesar de esto, hay quienes aseguran que Pablo sí expresó, unos versos más adelante, que sí dejaron de operarse estos dones, y lo hacen en relación al verso 10: “mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.” Cabe preguntarnos: ¿Qué es lo perfecto? ¿Estamos en lo perfecto?
Para asegurar que el don de lenguas cesó algunos dicen que estamos viviendo “lo perfecto” que Pablo no vivió, es decir, el cesar de la profecía escrita, ya que toda la Biblia ha sido ya constituida y no hace falta más profecía ni más conocimiento ni más ciencia, y por lo tanto, ya el propósito Divino está plasmado en las Escrituras y no necesitamos el don de lenguas. ¿Es cierta esa suposición?
Para conocer realmente el significado de la expresión “lo perfecto”, debemos ir al texto mismo. El término griego usado aquí es “teleios”, que significa completo, llegado a su fin. Pablo usa analogía para describir lo perfecto. Dice que era como niño, pero luego de hombre abandonó esa niñez y todo lo que representaba. Luego dice que vemos como por un espejo, que vemos oscuramente, pero luego conoceremos como somos conocidos. ¿Qué es lo que conoceremos? ¿Quién nos conoce a nosotros? Es que acaso lo perfecto demanda algo más que una Biblia completa? Sí; algunas versiones son más explícitas en este versículo, y nos explican qué es lo que conoceremos y quien nos conoce, demandando con esto que lo perfecto es algo mucho más sublime que lo aseguran algunos.
El texto nos dice que conoceremos, ¿qué es lo que conoceremos? La Biblia en lenguaje sencillo vierte parte del verso 12 así: “Ahora conocemos a Dios de manera no muy clara, como cuando vemos nuestra imagen reflejada en un espejo a oscuras. Pero, cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara.” ¡Ahora adquiere aun mayor sentido nuestra concepción del pasaje, y podemos ver que la expresión “lo perfecto” demanda un hecho más allá del cumplimiento cabal y total de la Escritura. Pero también se nos dice que conoceremos como somos conocidos, y ya nuestra lógica nos dice que se refiere a Dios, al que veremos cara a cara; para ello, la versión Dios Habla Hoy dice: “Mi conocimiento es ahora imperfecto, pero un día conoceré a Dios como él me ha conocido siempre a mí.” Ya hemos armad mejor el rompecabezas: ¿a qué se refiere pues la expresión “lo perfecto”? No cabe duda que alude al momento en la historia en que veremos a Dios cara a cara, y le conoceremos profundamente como nos conoce a nosotros. Dicho de otra manera: los dones ciertamente se acabarán, y lógicamente cuando ya no se necesiten: cuando estemos con Dios cara a cara!
La evidencia de nuestra Fe
En el libro de Marcos capítulo 16 hay una cita digna de nuestra atención, declarada a los apóstoles sobre la gran comisión. Jesús les dice que vayan por todo el mundo y prediquen a toda criatura, y que el que creyere será salvo. Lo más sorprendente es que hay ciertas evidencias por las cuales podemos conocer a los creyentes, y Jesús recalcó cuáles son esas evidencias:
“Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” (Mc 16:17,18)
Hay quienes dicen que esta promesa se refiere sólo a los doce apóstoles, o en su defecto sólo a la Iglesia primitiva; ¿es eso cierto? No. El contexto demanda a “toda criatura” que crea a nuestra predicación. Es la misma expresión que se usa en Juan 1:12 “a los que creen en su nombre…”; y tiene el mismo carácter histórico y universal que la expresión: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos…” (Jn 17:20) donde las palabras de Jesús se remontan en la historia, a toda criatura.
Como podemos ver no hay base bíblica para asegurar que estos dones ya cesaron. No olvidemos que está escrito que “irrevocables son los dones” (Ro 11:29). Y hasta se nos dan ciertas prerrogativas en cuanto a ello. Pedro nos dice: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” (1`Pedro 4:10). ¿Cómo se ministran los dones? En el libro de los hechos se nos dice que fueron ministrados mediante imposición de manos (19:6). Pablo confirma esto cuando dice a Timoteo: “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.” (2Tim 1:16) haciendo alusión a que los dones podemos avivarlos. Y que debemos usarlos en la medida de fe (Rom 12:6). De hecho, hasta se nos advierte que si en una iglesia hablan todos en lenguas, los incrédulos pensarán que estamos locos, expresando la posibilidad de que un gran número comience a hablar en lenguas en un momento determinado. No olvidemos que los dones espirituales como el de lenguas, profecía y demás, fueron diseñados para equipar al cuerpo de Cristo que es la Iglesia, para que cada quién se ubique dentro del cuerpo, como está escrito: “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso.” (1Cor 12:18). Si estos dones dejaron de funcionar, entonces la Iglesia también, pues el mensaje de Pablo es que los dones son exclusivamente para la Iglesia, para que nos diferenciemos en el Cuerpo de Cristo.
¿Hay registro histórico del hablar en lenguas?
Si verdaderamente el don de lenguas es un hecho no limitado a la iglesia primitiva, entonces debe haber registro histórico de ello. Si este registro es ausente, entonces los partidarios a este don tendrán dudas con respecto a ellos mismos, y problemas en verificar la validez del don. Sin duda, cualquiera puede decir que el don de lenguas opera ya mismo en nuestros días, que ha escuchado a miles, que en su Iglesia lo hablan, pero, ¿tendrá pruebas de que existió al menos en la antigüedad?
Entonces surge la pregunta: ¿cuántas pruebas se pueden ofrecer a favor del don de lenguas post apostólico? Ya se comprobó, mediante la exégesis bíblica, que el don es ofrecido a “todo el que cree”, y esta referencia no tiene nada que ver con tiempo ni épocas. También tenemos la realidad del cuerpo de Cristo que es su Iglesia, la cual está compuesta de muchos miembros, donde cada uno es un miembro con un don particular, y que mientras la Iglesia exista, existirán estos dones gracias a la permanencia del cuerpo, que es lo que requiere la diversidad. Pero sigue en pie la pregunta: ¿hay prueba histórica? Sí, sí la hay! Terminando el segundo siglo y entrando el tercero, hallamos un escrito de Eusebio, que en su “Historia Eclesiástica” se refiere a Ireneo y a ciertas cosas que no deben sorprendernos. Dice Eusebio:
"Ireneo también menciona estas cosas, de acuerdo con los relatos que ya discutimos, en los cinco libros titulados "Refutación y destrucción de la falsamente llamada ciencia". En el segundo libro de esta obra muestra que, en algunas iglesias, permanecían hasta entonces manifestaciones del sorprendente poder Divino (Habla aquí de la segunda mitad del s. II d.c.). Usa los siguientes términos: "Pero si afirman que el Señor ha hecho esto de forma aparente (se refiere a las herejías gnósticas), haciéndoles volver a los escritos proféticos, les mostraremos con ellos que de este modo estaba predicho por Él [...] Por ello también sus verdaderos discípulos, tomando la gracia de Él, la ponen en actividad para el bien de los demás hombres, de acuerdo con el don que cada cual recibió de Él. Porque algunos sacan demonios firme y verdaderamente, de modo que a menudo ocurre que los que fueron limpiados del espíritu perverso creen y están en la iglesia; otros tienen conocimiento del porvenir, visiones y palabras proféticas; mientras que otros sanan enfermos por la imposición de manos y los restablecen sanos; pero aún más, de acuerdo con lo que dijimos, incluso muertos han resucitado y han quedado con nosotros durante bastantes años [...] también hemos oído que hay muchos hermanos en la iglesia que tienen don de profecía, que por el Espíritu hablan en todo tipo de lenguas, que descubren los secretos de los hombres cuando es propicio y que declaran los misterios de Dios".[iii]
Pero eso no es lo único, pues, aunque hemos visto que Eusebio escribía por parte de la Iglesia, no faltaba quien lo hiciera por parte de la incredulidad de la época. En este grupo figuró Celso, quien escribió en contra del cristianismo de la época, en pleno siglo III, y quien dijo:
“Esos predicadores de Fenicia y de Palestina son de diversas categorías. Muchos oscuros y sin nombre, sea a propósito de los que fuera, se ponen a gesticular como poseídos del ardor profético; otros adivinos ambulantes, recorren las ciudades y los campos, ofreciendo el mismo espectáculo… A estas predicciones jactanciosas, mezclan palabras de posesos, confusas y absolutamente incomprensibles, a las que ningún sensato podría descubrir su significado, tan oscuras y vacías de sentido son, pero que permiten al primer imbécil impostor llegado apoderarse y apropiarse de las voluntades." [iv]
Leyendo una página en Internet llamada adorador.com, observé que en uno de sus artículos reseñan sobre el don de lenguas. Un extracto de dicho artículo cita:
“Sí, hay registro de que los cristianos han hablado en lenguas a través de la historia. Escritos extra canónicos como la carta a los Filadelfos, cuyo autor fue Ignacio de Antioquía, así lo testimonian. Igualmente otros escritos de épocas tempranas del cristianismo post-apostólico como la Didajé, del pastor de Hermas; el Acta del martirio de Policarpo. Más adelante, la corriente de fe promovida por Montano –conocida como Montanismo—y que fuera secundada por Priscila y Maximilia, hacían énfasis en el "hablar en lenguas" conocido como "glosolalia" así como del donde la profecía.
Durante el siglo tercero, padres de la Iglesia como Tertuliano, Ireneo de Lyon y Novaciano, son partidarios del uso de las lenguas y de la profecía. En el siglo IV, hombres de la talla de Hilario de Pointiers y Ambrosio de Milán, hablaban de la pertinencia y la actualidad de las lenguas.
La manifestación pública de los dones y fenómenos espirituales característicos del pentecostalismo, disminuyó a partir de esa época y se vuelve a tener noticias del hablar en lenguas en el siglo XVII con los cristianos Cuáqueros (llamados tembladores), los Ranters (llamados vociferadores), los Seekers (llamados buscadores) y los Waiters (los que esperan), en Inglaterra.
En Francia se conoce que a finales del siglo XVII y a comienzos del XVIII se registraron fenómenos de profecía y lenguas espirituales entre los niños, en el conocido moviento de "Les Enfants De Dieu". En ese mismo siglo, en Alemania, entre los moravos, hubo experiencias de hablar en lenguas. También en ese período, en Inglaterra y durante el avivamiento Metodista de Carlos y Juan Wesley, se experimentaron manifestaciones de glosolalia.
En el siglo XIX estas manifestaciones estuvieron ligadas a los ministerios de hombres como Carlos Finney (Estados Unidos), Gustavo Von Below (Alemania), Alejandro Vinet (Suiza) y Edward Irving (en Inglaterra).”
No cabe duda de que hay Iglesias denominadas cristianas donde el don de lenguas no pasa de ser una manifestación carnal, una falsificación del mismo tal vez inspirado, en el peor de los casos, por demonios. Esto no debe parecer extraño a nadie pues la Biblia nos advierte que así como existe el don de lenguas, también existe el don de discernimiento de espíritus (1Cor 12:10), a través del cual podemos probar las manifestaciones espirituales de los creyentes. El apóstol Juan escribió muy apropiadamente que “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.” (1Juan 4:1). Pero, a pesar de todas estas cosas y de las falsedades de hoy día, no podemos pasar por alto la realidad del don de lenguas.
Esto no quiere decir que necesariamente debe ser aceptado por incrédulos, pues está escrito que la posición “normal” del incrédulo es no aceptarlo, como dijo Pablo: “En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor.” (1Cor 14:21), no olvidando con esto, como dice un verso más adelante, que el don de lenguas está puesto como señal a los incrédulos.
Entonces, ¿cree usted en hablar en lenguas? Lo ignoro. ¿Es usted creyente? También lo ignoro. ¿Cuáles son las evidencias? Ciertamente la Biblia no lo obliga a usted a que crea en el hablar en lenguas, pero sí le hace una clara recomendación: “Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas…” (1Co 14:39). Si no cree, debe tener mucho cuidado en advertirle a alguien que no lo haga.
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