¿La Salvación es un evento futuro?

por Juan Valles |

Entre el pueblo cristiano ha habido siempre diferencias de ideas en muchos aspectos, pero uno de los que está causando más polémica es el hecho de la salvación, si puede ser un evento actual, o sólo es un hecho futuro.

Las opiniones son muy variadas, y cabe destacar que muchos sectores que se denominan cristianos ven este tema absolutamente como algo futuro, como el resultado de la acción definitiva de Dios en la historia humana.

La enseñanza católica al respecto es también de manera similar, algo futuro, considerando como pecado tomar la salvación como un hecho actual, vigente. Lo llaman el “pecado de la presunción”.

Pero la enseñanza bíblica es muy clara al respecto. La Biblia dice que el que cree “es salvo”. No se trata de esperar a ver los resultados de la vida de las personas o de la consumación de la historia por parte del Creador. Somos salvos por la fe, no dependiendo de nuestras obras, sino del sacrificio vicario de Jesucristo.

En su epístola a la iglesia de Filipos, el apóstol Pablo destaca un hecho poco nombrado, y que es más que un saludo personal, pues utiliza una frase que habla mucho por sí sola: “Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.” (Filipenses 4:3)

¿Hay alguna otra referencia como ésta en la Biblia? Sí, en el libro de Lucas Jesús les dice a sus discípulos que sus nombres están inscritos en el libro de la vida: “Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.” (Lucas 10:17-20)

¿Qué es el libro de la vida? ¿Cómo es eso de estar inscrito en él? El libro de la vida es el lugar donde están inscritos los salvados, es un libro que está en los cielos y que sólo Jesucristo, el Cordero de Dios, tiene acceso a tal libro. La Biblia dice con suma claridad que los que no están e ese libro, serán lanzados en el lago de fuego: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” (Apocalipsis 20:15).

Ahora, ¿es posible ser salvo desde ahora? Sí. Las personas a las que Pablo les escribió estaban vivas, no hay dudas. Entonces, ¿qué hacemos con los pasajes que indican lo contrario?

Dice el evangelio de Marcos: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” (Marcos 13:13). ¿De qué viene hablando el Señor Jesús aquí? No cabe duda de que el Señor se refiere a hechos escatológicos, y habla proféticamente de varios aspectos: la venida del Señor y el fin del mundo.

El Señor Jesucristo viene detallando lo que sucederá en los últimos días, y dice que estará puesta a prueba la fidelidad de los creyentes, pues tendrán que soportar los acontecimientos de aquellos días, y los que puedan hacerlo serán salvos, pero los que desfallezcan se perderán. Lógicamente, confirma lo dicho por el apóstol: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor…” (Filipenses 2:12).

Por último tenemos el testimonio de la iglesia primitiva. La iglesia primitiva ya sabía que tenía vida eterna, y puesto que iban a morir estaban confiados de que irían inmediatamente al cielo.

A Justino Mártir, luego de que el Prefecto le amenazara de muerte, le preguntó: “¿Suponéis que si fuerais azotados y vuestras cabezas cortadas subiríais al cielo para ser recompensados?” El testimonio de Justino quedó grabado para la inmortalidad: “No lo supongo, lo sé y estoy plenamente convencido de ello…”. El relato continua diciendo: “…y efectivamente; los prisioneros murieron glorificando a Dios. Sus cuerpos fueron recogidos secretamente y sepultados con honor”. Eso ocurrió en el año 165 de nuestra era. [1]

Pero también tenemos el caso de Policarpo, quien afirmó de manera categórica: “…te bendigo por haberte dignado conducirme hasta este día y hasta esta hora para que tome parte e el consorcio de los mártires y en el cáliz de tu Cristo, en la resurrección de la vida eterna, tanto del alma, como del cuerpo, en la incorrupción del Espíritu Santo entre los cuales te ruego sea yo recibido hoy en tu presencia como sacrificio agradable y acepto, del modo que tu Dios sea veraz, la has preparado, cumpliendo las cosas que mostraste de antemano. Por lo cual, por todas las cosas te alabo, te bendigo y te glorifico, por medio del Pontífice sempiterno Jesucristo, tu Hijo Unigénito por el cual, juntamente con el Espíritu Santo, te sea dada gloria ahora y por los siglos de los siglos. Así sea.”[2]

La Biblia dice que somos salvos no por nuestras obras, sino por gracia: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios…” (Efesios 2:8), y que no nos salvamos por nuestras obras, pero sí demuestran las obras que somos salvos, porque por nuestros frutos seremos conocidos. El verso siguiente del pasaje antes citado destaca lo siguiente: “no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Entonces somos salvos para las buenas obras que Dios ha preparado!

Entonces, habrá un momento en la historia en que la fe estará a prueba, y será necesario que hagamos las obras de Dios, porque el que es de Dios, las obras de Dios hace.



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[1] El Martirio de San Justino, mártir en Roma en el Ante Niceno-Library. Citado por Eugenio Dañinas en “Proceso a la Biblia de los testigos de Jehová”. Editorial Clie, 1971. Pág 207.

[2] Eusebio de Cesárea, Historia Eclesiástica, libro IV, capítulo XV: “Padecimientos de Policarpo juntamente con otros en la ciudad de Smirna durante el imperio de Vero”. Edit. Nova, Buenos Aires, pág 185. Citado por Dañinas en “Proceso a la Biblia de los tesigos de Jehová, pág 207, 208.

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