No con la misma claridad que nosotros lo tenemos, pero es evidente que Dios dio a nuestros primeros padres y al pueblo de Israel alguna noción de su plan de salvación por medio del sacrificio y muerte de un Redentor, observando los siguientes detalles:
1. ° Adán y Eva se hicieron delantales de hojas de higuera, pero Dios les hizo vestir con pieles de animales sacrificados. La muerte del animal inocente era ya un tipo del Cordero de Dios que murió para que nosotros pudiéramos ser vestidos con el vestido de justicia de Cristo.
2. ° Caín trajo como ofrenda al Señor del fruto de la tierra; y este sacrificio no le fue aceptado; en cambio, Abel, que sacrificó un cordero «por fe» (según expresa la carta a los Hebreos), demostró que había hecho caso de las instrucciones que Dios había dado a sus padres acerca de un Sacrificio Redentor del cual los animales sacrificados eran símbolo. Nótese que tanto Noé como Abraham ofrecieron sacrificios de animales, antes de que Dios diese instrucciones sobre tales sacrificios al pueblo de Israel. ¿No es porque las había dado a Adán y Eva?
La humanidad entera recibió por tradición la idea del sacrificio expiatorio que Dios implantó, sin duda, en la mente y corazón de nuestros primeros padres; pero Satanás (probablemente por medio de revelaciones del sonambulismo practicado por los antiguos desde los mismos inicios de la raza, según hallamos en la historia de los antiguos pueblos) tergiversó las instrucciones divinas hasta el punto de inducir a los pueblos paganos el sacrificio de víctimas humanas
3° El cordero sacrificado en la Pascua era una clara representación de Jesucristo, como hallamos en 1 Corintios 5: 7.
Todo ello nos demuestra que los judíos tenían una idea, aunque borrosa, del plan de Dios para la salvación del mundo, por lo cual los discípulos de Juan pudieron entender perfectamente las palabras del Bautista: «He aquí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. »
La fe en este supremo y sublime propósito de Dios equivalía para ellos a nuestra fe en Jesucristo crucificado, que nos otorga la vida eterna.
Muchos han visto en los pasajes de 1. a Pedro 3: 18 al 20 y Efesios 4: 8-10 un cumplimiento de la figura que tenemos en el Antiguo Testamento acerca del lugar santísimo, donde no podía entrar el sumo sacerdote sino con la sangre expiatoria; de modo que tan pronto como Jesús hubo realizado su sacrificio sobre la cruz pudo «llevar cautiva la cautividad» ascendiendo a la diestra de Dios. acompañado de los que durante el período del Antiguo Testamento habían confiado en El. (Efesios 4: 9, a los cuales el profeta Zacarías, cap. 9: 19, llama: «prisioneros de esperanza. »)
A esta suposición suelen objetarse las palabras de Jesús a María Magdalena: «Aún no he subido a mi Padre, mas subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. » Pero nadie puede conocer dónde se hallaban antes de su ascensión los espíritus encarcelados, que, según parece, a tenor de los textos antes citados, Jesús había ido a sacar del Hades, ya que los espíritus son seres invisibles y podían estar con Jesús, aun en el mismo momento de la ascensión, invisibles a los ojos de los discípulos, pero visibles para Jesús y los ángeles que le acompañaban.
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