por Juan Valles |
¿Nunca le han dicho que si le pide a la virgen puede obtener con más efectividad que si le pide a Cristo? Esto pudiera parecernos una locura teológica, pero es lo que se enseña en el catolicismo. La idea es que sólo la virgen, la madre del Señor puede apaciguar el ánimo del Salvador, por lo que ella puede mediar entre nosotros y Cristo. Se enseña desde el catolicismo que nadie desprecia una súplica de su madre, y mucho menos Jesucristo.
"Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora. Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él." (Juan 2:1-11, RV60).
«Hay cosas que se piden a Cristo y no se reciben, pero si se piden a María son otorgadas.»
«Si mi Redentor me rechaza, me arrojaré a los pies de María.» «¡Señora nuestra, en el Cielo no tenemos otro abogado que tú!»
¿Obedeció Jesús a María?
"Ella creía que era su deber indicarle a su hijo que tenía que hacer algo para remediar la escasez de vino. Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué tienes tú que hacer conmigo? Aún no ha venido mi hora”. Jesús sabía que todas sus acciones habían sido predeterminadas en cuanto al momento exacto de su cumplimiento. María se dio cuenta de que aunque esta respuesta tenía la forma de una suave (incluso misericordiosa) reprensión, contenía, también, una promesa..."
El Señor quería que María entendiera que en su misión divina Él no estaba sometido a sus solicitudes. Jesús había venido a hacer la voluntad de su Padre celestial, no de su madre terrenal. Habiendo aclarado esto, el Señor magnánimamente y con un mínimo de fanfarria, proveyó vino para los invitados.
"¿Qué a ti y a mí?" parece significar "Esto no es asunto nuestro"; en consecuencia, algunos sugieren que Jesús trata de decir a María que aquello no le importa a él ni a ella. Sin embargo, el hecho de que se refiera luego a "mi hora" indicaría que niega únicamente que le importa a él.
Quizá María pensaba que las relaciones íntimas de madre-a-hijo que había gozado con Jesús en el hogar en Nazaret todavía estaban en pie. Con esta pregunta, Jesús quería aclarar a su madre que, a partir de ese momento, y en el cumplimiento de su misión, tendría que obedecer la voluntad de su Padre celestial (ver Luc 2:49) por encima de la de su madre. Todavía no ha llegado mi hora daría la idea de que se negaba a "tomar cartas" en el asunto.
Así pues, ella esperaba un milagro, porque sabía mejor que nadie quién era él realmente. Sin embargo, todavía no se daba cuenta que la relación de madre a hijo tenía que ser sustituida por la de creyente a Salvador. Ella creía que era su deber indicarle a su hijo que tenía que hacer algo para remediar la escasez de vino. Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué tienes tú que hacer conmigo? Aún no ha venido mi hora”. Jesús sabía que todas sus acciones habían sido predeterminadas en cuanto al momento exacto de su cumplimiento. María se dio cuenta de que aunque esta respuesta tenía la forma de una suave (incluso misericordiosa) reprensión, contenía, también, una promesa, y por ello dijo a los sirvientes (διάκονοι: ayudantes; en sentido técnico, como en Fil. 1:1, adquirió el significado de diácono): “Haced todo lo que os dijere”, sugerencia que indudablemente era necesario hacer.
Finalmente, en Respuestas a Preguntas Que Hacen los Católicos, Tony Coffey añade:
Pero el análisis sencillo del acontecimiento y del contexto no apoya la afirmación católica. En la boda, María dijo a Jesús que el anfitrión se había quedado sin vino. ¿Le sorprendió esta información? ¿Le había dicho algo que Él no supiera? ¡No! Él es Dios el Hijo y lo sabe todo. ¿Por qué se lo dijo, pues? Ella sabía quién era Jesús y que podía satisfacer las necesidades del momento. Por lo tanto, María indicó a los siervos que hicieran todo lo que Jesús les ordenara...
No hay nada en esta historia que indique que es legítimo orar a María. Para llegar a esta conclusión tenemos que pasar por alto lo que dice este relato en realidad y tenemos que darle un significado diferente del que le quiere dar Juan cuando recoge este incidente.
¿Qué dirá el católico de este pasaje...?
Hay un texto bien claro en la Biblia acerca de nuestro estudio, tan claro que no permite ambigüedades. ¿Es cierto que Jesús hace todo lo que dice María? ¿Qué dirá el católico cuando sepa que la Biblia muestra algo muy diferente a esto? Nuestro pasaje dice:
Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.
¿Se contradice la Biblia?
"Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros". (Romanos 8:34).
Obviamente María no cumple con este perfil, no puede interceder.
La Biblia no está de acuerdo con el catolicismo en que María sea nuestro abogado. Por algo establece:
"... si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo". (1Juan 2:1)
"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro." (Heb 4:15,16).
Si usted cree que María le ayuda no obedece a la Biblia, pues dice la Escritura:
"He aquí, Dios es el que me ayuda". (Salmos 54:4).
Y también dice:
"De manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre". (Hebreos 13:6)
"Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre" (1Timoteo 2:5)Por último, ¿se recuerda que en Juan 2:5 María le dijo a los que servían "Haced todo lo que os dijere"? Siguiendo esta maravillosa recomendación de María no podemos sino obedecer. La Biblia establece:
"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar." (Mateo 11:28)Entonces, ?qué más prueba quiere de que no es a María sino a Cristo a quien debemos ir? ¿No le parece que es irracional y anti-bíblico el dogma católico al respecto? A continuación una historia que no debe pasar por alto.
El Testimonio de Charles Chiniquy
"Antes de dormir, tomé mi Biblia como siempre y me arrodille delante de Dios. Leí el capítulo doce de Mateo con un corazón devoto y un sincero deseo de entender. Extrañamente cuando llegué al versículo cuarenta y seis sentí una admiración misteriosa como si hubiera entrado por primera vez en una tierra muy nueva y santa.Aunque había leido ese versículo y los que siguen muchas veces, llegaron a mi mente con una frescura como si nunca los hubiera leido antes. Lentamente y con intensa atención, contemplé la llegada de María a la casa para encontrarse con su divino hijo que había estado tanto tiempo ausente de ella. ¡Mi corazón palpita ba de gozo ante el privilegio de presenciar esa entrevista y oir las respetuosas palabras que Jesús dirigía a su madre!
Con mi corazón y alma estremecidos con estos sentimientos, leí atentamente: "Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre." (Mt. 12:46-50).
Apenas terminé de leer el último versículo cuando grandes gotas de sudor empezaron a fluir por mi rostro, mi corazón latía con tremenda velocidad y casi me desmayé. Me senté en mi sillón esperando en cualquier momento caer al suelo. Sólo los que han oído el ruido tronante de las cataratas de Niágara y han sentido el temblor de las rocas debajo de sus pies tienen idea de lo que sentí en esa hora de agonía. Mi conciencia retumbaba como la voz de mil Niágaras diciéndome: -Predicaste una mentira sacrílega esta mañana cuando dijiste a tu congregación ignorante y engañada que Jesús siempre le concede las peticiones de su madre, María. ¿No te da vergüenza engañarte a ti mismo y a tus pobres compatriotas con semejantes falsedades absurdas?
-Leelo nuevamente y comprende que lejos de concederle todas sus peticiones a María, Jesús siempre, excepto como niño, ha dicho no a sus peticiones. Cuando ella le pedía algo en público él siempre la reprendía...
Me sentí tan confundido por la voz que me conmovía hasta los huesos que pensé por un momento que estaba poseído por un demonio...
-No es la voz de Satanás la que oyes. Soy Yo, tu Salvador y tu Dios el que hablo. Lee cómo Marcos, Lucas y Juanb te dicen cómo yo recibía sus peticiones desde el día que comencé a trabajar y hablar públicamente como el Hijo de Dios y el Salvador del mundo...
¿Qué podía responder? Temblando de cabeza a pies, caí de rodillas clamando a la VIrgen María que acudiera a mi auxilio y le pedí que no sucumbiera ante esta tentación y perdiera mi fe y confianza en ella. Pero entre más oraba, más fuerte la voz parecía decirme: -¿Cómo te atreves a predicar semejante mentira cuando nosotros te decimos lo contrario por orden de Dios mismo!
En vano lloraba, oraba, clamaba y luchaba desde las diez de la noche hasta las tres de la mañana. De repente, el milagro de cambiar el agua en vino que Cristo hizo a petición de su madre vino a mi mente.
Yo siempre aceptaba ese texto como prueba de que el primerísimo milagro de Jesucristo fue hecho a petición de su madre. Yo estaba preparándome para responder a los tres testigos: -Aquí está la prueba de mi confianza en la intercesión de María; aquí está la evidencia innegable que Jesús no puede rehusar cosa alguna que su madre pida!
Armado con estas explicaciones de la Iglesia, estaba punto de confrontar lo que San Mateo, San Marcos y San Lucas me decían cuando de repente, vino a mi mente un pensamiento angustioso como si los tres testigos me dijeran: ¿Cómo puedes estar tan ciego como para no ver que en lugar de ser un favor concedido a María, este primer milagro es la primera oportunidad escogida por Cristo para protestar en contra de la intercesión de ella! Es una advertencia solemne a María a nunca interponerse ante las necesidades de otros y para nosotros a nunca confiar en su intervención.
Aquí, María evidentemente llena de compasión por esa pobre gente que no tenía los medios para proveer el vino para los invitados que habían venido con Jesús, quiere que su hijo les dé lo que hacía falta. ¿Cómo responde Cristo a su petición? El responde con una reprensión... En lugar de decir Sí, Madre, haré lo que deseas; él dice: ¡Mujer! ¿Qué tienes conmigo? Esto claramente significa: Mujer, no tienes nada que ver en este asunto. No quiero que te interpongas entre las necesidades de la humanidad y yo.
Bendiciones.
Juan Valles.