Consideraciones a la Triunidad de Dios


Trinidad, por supuesto, no es una palabra bíblica. Ni las son triunidad, trino, trinal, subsistencia, o esencia. Aun así las empleamos, y a menudo provechosamente, al tratar de expresar esta doctrina que está tan llena de dificultades. Además, esta doctrina no es explícita en el Nuevo Testamento, aunque muchas veces se dice que es implícita en el Antiguo Testamento y explícita en el Nuevo. Pero explícito significa “caracterizado por plena y clara expresión”, un calificativo difícil de aplicar a esta doctrina. Aun así, la doctrina proviene de las Escrituras, así que es una enseñanza bíblica.


I. LA CONTRIBUCION DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Sin lugar a dudas, el Antiguo Testamento enfatiza la unidad de Dios. Sin embargo, hay sugerencias claras de que sí hay personas en la Deidad. Por lo tanto, uno pudiera decir que el Antiguo Testamento contiene indicaciones que permiten la revelación posterior de la triunidad de Dios. ¿Cuáles son estas indicaciones?

A. La unidad de Dios
El celebrado Shema en Deuteronomio 6:4, que llegó a ser la confesión de fe básica del judaísmo, enseña la unidad de Dios.

Puede ser traducida “El Señor nuestro Dios es un Señor”, o “El Señor nuestro Dios, el Señor es uno”, o “El Señor nuestro Dios, el Señor solamente”. Esta última traducción enfatiza la singularidad de Dios más que la unidad, pero implica la unidad por excluir al politeísmo. Otros pasajes como Exodo 20:3; Deuteronomio 4:35; 32:29; Isaías 45:14; y 46:9 insisten en la lealtad de Israel al Dios único.

B. Palabras en plural
Ya hemos sugerido que el nombre plural para Dios, Elohim, denota la grandeza y supremacía ilimitadas de Dios. Deducir que el nombre mismo indica pluralidad de personas, es cuestionable. Sin embargo, cuando Dios habla de Sí mismo con pronombres plurales (Génesis 1:26; 3:22; 11:7; Isaías 6:8) y verbos plurales (Génesis 1:26; 11:7), sí parece indicar distinciones de personas, aunque solamente pluralidad, no Trinidad específicamente.

C. El Angel de Yahveh
Aunque esta designación puede referirse a cualquiera de los ángeles de Dios (1 Reyes 19:7; cf. v. 5), algunas veces se menciona a este Angel como Dios, pero aun así diferenciado de El (Génesis 16:7–13; 18:1–21; 19:1–28; Malaquías 3:1). Esto indica distinciones personales dentro de la Deidad. Puesto que al Angel se le llama Dios, El difícilmente pudiera ser un mero profeta, que actuaba en tiempos preproféticos como los profetas lo hicieron en tiempos posteriores (como sugiere Edmond Jacob en Theology of the Old Testament [New York: Harper & Row, 1958], pp. 75–7).

D. Distinción de personas
Algunos pasajes aparentemente distinguen personas dentro de la Deidad.
1. A Jehová se le distingue de Jehová o de Dios (Génesis 19:24; Oseas 1:7).
2. Al Redentor (que tiene que ser divino) se le diferencia de Jehová (Isaías 59:20).
3. Al Espíritu se le distingue de Jehová (Isaías 48:16; 59:21; 63:9–10). En estos versículos el Espíritu es personal y activo.

E. La sabiduría de Dios (?)
Muchas teologías (Berkhof, Payne, Thiessen) ven la personificación de la sabiduría en Proverbios 8:12–31 como una alusión a Cristo, y, al ser así, como una indicación de la existencia de la Trinidad en el Antiguo Testamento. Sin embargo, parece que sería mejor ver en este pasaje, no una prefiguracíón de Cristo, sino una descripción del carácter eterno de la sabiduría como un atributo de Dios (véase Louis Goldberg, “Wisdom”, Theological Wordbook of the Old Testament [Chicago: Moody, 1980], 1:283).

¿Cómo hemos de evaluar la contribución del Antiguo Testamento a esta doctrina? Berkhof concluye que hay una “clara anticipación” (Teología Sistemática, p. 101) de la revelación más completa del Nuevo Testamento, pero su uso de la palabra “clara” pudiera constituir una exageración. Más precisa es la conclusión de Payne de que el Antiguo Testamento contiene “sugerencias genuinas de las personas que componen la Deidad” (p. 166). También lo pudiéramos decir de esta forma: La doctrina existe solamente en forma de semilla en el Antiguo Testamento. Se puede preguntar si, sin el pleno desarrollo de la doctrina en el Nuevo Testamento, podríamos conocer valiéndonos solamente del Antiguo el significado de esas semillas.


II. LA CONTRIBUCION DEL NUEVO TESTAMENTO
Aunque el Nuevo Testamento no contiene alguna declaración explícita de la doctrina de la triunidad de Dios (puesto que 1 Juan 5:7 aparentemente no es parte del texto genuino de la Escritura), sí contiene bastante evidencia. Esa evidencia yace a lo largo de dos caminos. Uno insiste en que hay solamente un Dios, y el otro presenta al Hombre Jesús y al Espíritu Santo, que ambos alegan ser Dios. El enfatizar la unidad mientras que se descuida el aspecto trinitario, termina en el unitarianismo.

El enfatizar el aspecto trinitario mientras que se descuida el de la unidad, lleva al triteísmo (como en el mormonismo).

El aceptar ambos aspectos, conduce a la doctrina de la triunidad de Dios.

A. Evidencia de la unidad
Como el Antiguo, el Nuevo Testamento también insiste en que solamente hay un Dios verdadero. Pasajes como 1 Corintios 8:4–6; Efesios 4:3–6; y Santiago 2:19 son claros.

B. Evidencia para el aspecto trino
1. El Padre se reconoce como Dios. Aquí no existe controversia alguna, y varios pasajes enseñan esto (Juan 6:27; 1 Pedro 1:2).

2. Jesucristo se reconoce como Dios. El mismo alegó tener atributos que solamente Dios posee, como la omnisciencia (Mateo 9:4), omnipotencia (28:18), omnipresencia (v. 20). El hizo cosas que solamente Dios puede hacer (las personas de Su día reconocieron esto, aunque algunas veces renuentemente), como perdonar pecados (Marcos 2:1–12) y resucitar los muertos (Juan 12:9). Además, el Nuevo Testamento atribuye a Cristo otras obras que solamente Dios puede hacer, como sustentar todas las cosas (Colosenses 1:17), la creación (Juan 1:3), y el juicio futuro de todos (5:27).

La última frase de Juan 1:1 correlaciona la Deidad completa y verdadera con el Verbo (Cristo). La mejor traducción de la frase es “el Verbo era Dios”. La exégesis estricta prohíbe la traducción de los Testigos de Jehová “el Verbo era un dios”.

La palabra “Dios” no tiene el artículo, pero si se fuera a entender como indefinido (“un dios”) esta sería la única vez en el evangelio de Juan que se usara esta forma, haciéndole sumamente improbable sobre bases gramaticales que fuera indefinido aquí. Juan no pudiera haber escogido una forma más precisa de expresar las verdades de que el Verbo era Dios y aun así distinto del Padre.

3. El Espíritu Santo se reconoce como Dios. A El se le llama Dios (Hechos 5:3–4), posee los atributos que solamente Dios tiene, como la omnisciencia (1 Corintios 2:10) y la omnipresencia (6:19), y regenera a las personas (Juan 3:5–6, 8), una obra exclusiva de Dios.

C. Evidencia de la Triunidad

Mateo 28:19 hace la mejor declaración de ambos, la unidad y el aspecto trino, de asociar igualmente a las tres personas y unirlas en un nombre singular. Otros pasajes, como Mateo 3:16–17 y 2 Corintios 13:14, asocian igualmente a las tres personas, pero no contienen el fuerte énfasis sobre la unidad como lo hace Mateo 28:19.


III. ALGUNAS CONSIDERACIONES DE UNA DEFINICION
No es fácil construir una definición de la Trinidad. Algunas se hacen por declarar varias proposiciones. Otras yerran por la parte de la unidad o de lo trino. Una de las mejores es la de Warfield: “Solamente hay un Dios único y verdadero, pero en la unidad de la Deidad hay tres personas coeternas y coiguales, iguales en substancia pero distintas en subsistencia” (B.B. Warfield, “Trinity”, The International Standard Bible Encyclopedia, James Orr, ed. [Grand Rapids. Eerdmans, 1930], 5:3012). La palabra “personas” pudiera traer confusión, como si hubiera tres individuos en la Deidad, pero ¿qué otra palabra pudiera ser adecuada? La palabra “substancia” pudiera ser demasiado materialista; algunos preferirían usar la palabra “esencia”. Muchos pudieran no conocer el significado de “subsistencia”, pero un diccionario bastaría para arreglar eso (“existencia necesaria”).

Positivamente, la definición afirma claramente, a la vez, la unidad y lo trino y es cuidadosa en mantener la igualdad y la eternidad de los Tres. Aun si la palabra “persona” no fuera la mejor, ella nos guarda del modalismo, y, por supuesto, la frase “igual en substancia” (o acaso mejor, esencia) protege contra el triteísmo. La esencia entera, no dividida, de Dios le pertenece igualmente a cada una de las tres personas.

Juan 10:30: “Yo y el Padre uno somos”, declara en forma bella este balance entre la diversidad de las personas y la unidad de la esencia. “Yo y el Padre” distingue claramente entre dos personas, y el verbo, “somos”, también es plural.

Pero, dijo el Señor, “uno somos”; y “uno” es neutro; es decir, uno en naturaleza o esencia, pero no una persona (que requeriría en griego, la forma masculina). Así el Señor se distinguió a Sí mismo del Padre y, sin embargo, reclamó la unidad e igualdad con el Padre.

Tradicionalmente el concepto de la Trinidad ha sido visto desde (a) una perspectiva ontológica y (b) una económica o administrativa. La Trinidad ontológica atiende a las operaciones personales de las personas o las opera ad intra (las obras adentro), o las propiedades personales por las cuales las personas se distinguen. Tiene que ver con la generación (filiación o engendramiento) y procedencia, con lo que se intenta indicar un orden lógico dentro de la Trinidad, pero no implica en ninguna forma la desigualdad, prioridad de tiempo, o grados de dignidad. La generación y la procedencia ocurren dentro del Ser divino y no llevan en sí noción alguna de subordinación de esencia. (1) El Padre engendra al Hijo y El es de quien el Espíritu Santo procede, aunque el Padre ni es engendrado ni tampoco procede de nadie. (2) El Hijo es engendrado y El es de quien el Espíritu Santo procede, pero El ni engendra ni procede. (3) El Espíritu Santo procede de ambos, del Padre y el Hijo, pero El ni engendra ni de El procede alguno.

Yo estoy de acuerdo con BusweIl (A Systematic Theology of the Christian Religion, pp. 105–12) en que la generación no es una doctrina basada en la exégesis. El concepto que intenta comunicar, sin embargo, no es contrario a las Escrituras, y ciertamente la doctrina de la relación de Hijo es bíblica. La frase “generación eterna” simplemente intenta describir la relación de Padre-Hijo en la Trinidad y, por usar la palabra “eterna”, protegerla de alguna idea de desigualdad o temporalidad.

Pero ya sea que uno escoja usar la idea de la generación eterna o no, se tiene que afirmar la relación personal, eterna y de coigualdad del Padre y el Hijo. Lo menos que se debe hacer es basar la generación eterna en el Salmo 2:7.

La procedencia parece más ser un concepto bíblico basado en Juan 15:26. Berkhof lo define como “aquel eterno y necesario acto de la primera y segunda personas de la Trinidad por medio del cual, ellos, dentro del Ser divino, se convierten en la base de la subsistencia personal del Espíritu Santo, y ponen a la tercera persona en posesión de la plenitud de la divina esencia, sin ninguna división, enajenación o cambio”. (Teología Sistemática, p. 113). La idea de la procedencia eterna tiene que apoyarse fuertemente sobre el tiempo presente de la palabra “procede” en Juan 15:26, un énfasis que a mi juicio está mal colocado. En realidad, el versículo no parece referirse en lo más mínimo a las relaciones mutuas y eternas dentro de la Trinidad, sino más bien a lo que el Espíritu haría para continuar la obra del Señor Jesús después de Su ascensión.

El concepto de la Trinidad económica concierne a las acciones de administración y gobierno de las personas, o las opera ad extra (“las obras de fuera”, es decir, sobre la creación y sus criaturas). Para el Padre esto incluye las obras de elegir (1 Pedro 1:2), de amar al mundo (Juan 3:16), y de dar buenas dádivas (Santiago 1:17). Para el Hijo, enfatiza Su sufrimiento (Marcos 8:31), el redimir (1 Pedro 1:18), y sustentar todas las cosas (Hebreos 1:3). Para el Espíritu, contempla Sus obras particulares de regenerar (Tito 3:5), fortalecer (Hechos 1:8), y santificar (Gálatas 5:22–23). Aun con toda la discusión y delineación que intentamos con relación a la Trinidad, tenemos que reconocer que esto es, en el análisis final, un misterio. Nosotros aceptamos toda la información como verdad, aunque va más allá de nuestro entendimiento.


IV. ILUSTRACION DE LA TRINIDAD
Ninguna ilustración pudiera posiblemente captar todo lo que abarca la revelación bíblica de la Trinidad. La mayoría equivalen, a lo sumo, a la idea de “tres en uno”. Un diagrama común intenta representar a la Deidad como Uno, sin embargo, presenta a cada persona como Dios y también distinta.

El agua puede servir como una ilustración de “tres en uno”, puesto que retiene su actividad química ya sea en estado sólido, gaseoso o líquido. También hay un punto triple para el agua, una condición bajo la cual el hielo, el vapor, y el agua líquida pueden coexistir en equilibrio. Todos son agua, pero aun así distintos cada uno del otro. El sol, su luz, y su poder puede que ayuden a ilustrar la Trinidad (The Pilgrim Bible [New York: Oxford, 1948], pp. ix–x). Nadie realmente ha visto al Padre. Aun así aprendemos mucho tocante al sol estudiando su luz, igual que aprendemos acerca del Padre por Su Hijo Jesucristo, quien es el resplandor de Su gloria (Hebreos 1:3). Vemos el poder del sol como actúa en el crecimiento de las semillas y los árboles y otras plantas, y cuando se nos pregunta qué hace crecer a las cosas, decimos que es el sol. El Espíritu Santo es como el poder del sol, y El es Dios. Independiente de la utilidad o las limitaciones que tengan las ilustraciones, de nuevo decimos que estamos frente a un misterio.


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