La Deidad de Cristo en el Antiguo Testamento

por Francisco Lacueva


Ya puede suponer el lector que, al referirnos al testimonio del A.T., nos estamos refiriendo al Cristo preencarnado. Jueces 13:17-22 (B. de las Américas, pero poniendo «Yahweh» en lugar de «el SEÑOR»): «Y Manoa dijo al ángel de Yahweh: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumplan tus palabras, te honremos? Y el ángel de Yahweh le respondió:

¿Por qué preguntas mi nombre, viendo que es maravilloso (margen: o, incomprensible)?

Y Manoa tomó el cabrito con la ofrenda de cereal y los ofreció sobre una piedra a Yahweh, y (el ángel) hizo maravillas mientras que Manoa y su mujer observaban. Pues sucedió que cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel de Yahweh ascendió en la llama del altar. Al ver (esto), Manoa y su mujer cayeron rostro en tierra. Y el ángel de Yahweh no volvió a aparecer a Manoa ni a su mujer. Entonces Manoa supo que era el ángel de Yahweh. Y Manoa dijo a su mujer: Ciertamente moriremos, porque hemos visto a Dios».

Sin detenerme a comentar punto por punto esta porción, invito al lector a que considere los siguientes detalles:

  • El ángel reprende a Manoa por preguntarle el nombre, que es maravilloso (admirable –RV), lo que nos refiere a Isaías 9:6 (pero véase lo que vamos a decir luego acerca de ese apelativo).
  • El ángel acepta el sacrificio que se le ofrece en calidad de ser Yahweh (vv. 19-20).
  • Manoa y su mujer prestan al ángel de Yahweh tributo de adoración, prosternados rostro en tierra (v. 20).
  • Manoa y su mujer tienen la certeza de que han visto a Dios en el ángel de Yahweh (v. 21). Este conjunto de detalles nos asegura que aquí tenemos una prueba de la Deidad del Cristo preencarnado.

Isaías 9:6. Del niño que ha nacido (referido a 7:14), dice Isaías que «se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios fuerte, Padre perpetuo, Príncipe de Paz» (lit.). Todos los expositores cristianos ven en lo de «Dios fuerte» (heb. El-Gibbor) una prueba clara de la Deidad del niño, dando por supuesto que Isaías 9:6 es una profecía claramente mesiánica. Sin embargo, A) el niño, históricamente, no puede ser otro que Ezequías, hijo de Acaz, quien, por 1ª vez desde la división de Israel bajo Roboam, fue conjuntamente rey de Judá y de Israel, uniendo, como «Príncipe de Paz», ambos reinos.

B) La forma en que el hebreo (v. 5 en la Biblia Hebrea) combina los cuatro pares de epítetos en dos stanzas y, suplido el verbo «ser», que no existe propiamente en hebreo, nos da la siguiente versión: «Admirable en aconsejar es Dios Poderoso, Padre perpetuo (esto es, «siempre Padre») es el Príncipe de Paz». Lo más probable es, así, que estos epítetos sean como el lema del gobierno de Ezequías. A favor de esta interpretación están, tanto el contexto anterior (vv. 2-5) como el posterior (v. 7) de la misma porción.

Zacarías 3:2. Este es, en mi opinión, el texto del A.T. que mejor prueba la Deidad del Cristo preencarnado. Dice así: «Y dijo Yahweh a Satanás: Yahweh te reprenda…». Vemos aquí que el que habla es Yahweh y, con todo, se refiere a Yahweh en 3ª persona («Yahweh te reprenda»). Hay pues, aquí dos que se llaman Yahweh: Dios el Padre (el que «reprende») y su Ángel, que es el Cristo preencarnado. No me explico por qué la Biblia de las Américas tuvo que acudir a la versión siriaca de este lugar, cuando el texto hebreo está claro a este respecto.

Hay en Zacarías otros tres lugares donde se advierte una identificación, más o menos explícita, de Dios con el Cristo que había de venir:

  • 11:12-13, donde Mateo 27:9 garantiza su cumplimiento en Cristo. Aunque Mateo dice: «entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías», Feinberg da la solución más probable: «La solución ha de buscarse probablemente en el hecho de que el nombre de Jeremías estuvo a la cabeza de toda la colección de los profetas, porque su profecía estaba colocada la primera» (Más detalles en mi comentario de Matthew Henry a este lugar).
  • 12:10. Está hablando Yahweh, y dice: «y me mirarán a mí, a quien han traspasado». Pero Juan nos garantiza (Jn. 19:37) que esta profecía tiene (ha de tener) cumplimiento en el Cristo crucificado.
  • 14:1-5. Quien lea detenidamente Apocalipsis 19:11-21 no podrá menos de ver grandes semejanzas, especialmente Zacarías 14:5 con Apocalipsis 19:14. Otros lugares que ayudan para apreciar esa semejanza son Salmos 96:13; Isaías 66:15-16; Mateo 16:27; 25:31 y Judas, v. 14.

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