¿Cómo puede Dios ser tres y sin embargo Uno? ¿Acaso no es eso una contradicción? Todo parecería indicar que si Dios es Uno no puede ser tres, o que si es tres no puede ser Uno. Pero no puede ser al mismo tiempo tres y uno. Sería una violación al principio más fundamental de la lógica, el principio de no contradicción.
En primer término, creer como cree el cristianismo en una Trinidad, tres personas en una, no es una contradicción. Estamos frente a una contradicción solo cuando algo es A y no es A al mismo tiempo y en el mismo sentido. Dios es tanto tres y uno al mismo tiempo pero no en el mismo sentido. Él es tres personas pero una en esencia. Dios es tres personas pero solo una en naturaleza. Sería una contradicción decir que Dios tiene tres naturalezas en una naturaleza o que son tres personas en una persona. Pero no hay ninguna contradicción cuando se afirma que Dios es tres personas en una naturaleza. Dios es como un triángulo; tiene al mismo tiempo tres ángulos y, sin embargo, es solo un triángulo. Cada ángulo no es lo mismo que todo el triángulo. O sea, Dios es como la tercera potencia (1 3) 1 x 1 x 1 = 1. Dios no es 1 + 1 + 1 = 3, en cuyo caso sería triteísmo o politeísmo. Dios es uno, manifestado eterna y simultáneamente en tres personas diferentes. Dios es amor (cf. 1 Juan 4:16). Pero para que haya amor, debe haber un ser que ame (el Padre), un ser amado (el Hijo) y un espíritu de amor (el Espíritu Santo). Por lo tanto, el amor mismo es una unidad tripartita.
Otra ilustración de la Trinidad es que Dios es como mi mente, las ideas, y las palabras. Hay una unidad entre éstas y, sin embargo, es posible diferenciarlas unas de otras. Por supuesto, la Trinidad es un misterio. No es posible comprenderla con la razón pero tampoco es contraria a la razón. Podemos entenderla, pero no podemos llegar a comprenderla en toda su plenitud. Alguien, con mucha sabiduría, ha dicho: «Si intentáramos entender a Dios completamente, podríamos llegar a perder el juicio, pero si no creemos sinceramente en la Trinidad, ¡perderemos el alma!».
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